Los imaginarios populares comenzaron a cambiar en el siglo XX, como son los reinados que en principio, los cabildos eran una expresión jocosa, irónica y burlesca del principio jerárquico de las cortes europeas, en cambio en la actualidad se convirtieron en el eje central de las celebraciones; los referentes culturales y festivos fueron monopolizados por un solo tema: los reinados locales y nacionales.

En los 70 y 80 se marcan otras pautas, el movimiento musical de la salsa, el resurgir de las gaitas y el vallenato, la importancia del pick up, en la divulgación de la fusión de la música afrocaribeña, que tomo el nombre de champeta, origino cambios en el comportamientos de los jóvenes de los sectores populares.

Se construyen innovadoras dinámicas festivas de creación sobre el patrimonio simbólico del 11 de noviembre; se fundan en los barrios comités de carácter cultural y se crean grupos folclóricos que trabajan en la proyección y recuperación de la danza tradicional, participando en los bandos y otras actividades de la fiesta.

Debido a la expansión urbana de la ciudad y en búsqueda de espacios de inclusión diferentes de los reinados, tanto el nacional como le popular, surge en 1989 la propuesta de recuperación de los cabildos de negros en el barrio Getsemaní, estos se caracterizaron por ser cabildo-comparsas de carácter carnavalesco que integraban a buena parte de la ciudad.

Así, las fiestas novembrinas han configurado todo una memoria colectiva, una mitología simbólica y una riqueza de manifestaciones populares, que hoy constituyen el patrimonio vivo de la ciudad.